Luz y contraste en el Pallars: Montsent de Pallars y Montorroio

El amanecer sobre el Pallars siempre es una promesa, y esta mañana no ha sido la excepción. La expedición ha arrancado con las primeras luces, dejando atrás el vehículo para adentrarnos por el Barranc d'Entremonts, un canal que nos ha permitido ganar altitud con rapidez. Este recorrido nos ha sumergido plenamente en el ambiente de alta montaña que caracteriza la zona periférica del Parc Nacional d'Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

Una vez superado el tramo más exigente, hemos encarado el ascenso al primer gigante: el Montsent de Pallars (2.883 m). Desde esta atalaya majestuosa, incluida en el reto de las 100 Cims de la FEEC, el paisaje se revela con una dualidad asombrosa. Al oeste, las paredes abruptas y rocosas dominan la Vall Fosca y el Estany Gento, mientras que al este, se extiende la suavidad casi infinita de los prados alpinos del Valle de Àssua. El vértice geodésico da testimonio de su posición privilegiada.

El trayecto entre cumbres por la cresta ha sido el punto culminante de la experiencia. Volvemos sobre nuestros pasos, ahora descendiendo, y llegamos de nuevo a la Collada de Coma Plana, que da paso al ascenso hacia el Montorroio (2.862 m), una cima que rompe con la tónica granítica. Su tonalidad rojiza o granate, testimonio de la geología Devónica, crea un contraste espectacular bajo el cielo de octubre, con relieves más suaves y redondeados. Desde aquí, la mirada se pierde hacia los grandes macizos, distinguiendo sin esfuerzo la silueta de la Pica d'Estats, el techo de Catalunya, en el horizonte.

Con la doble cima en el bolsillo, la vuelta se ha vestido de misterio con las nubes bajas que han comenzado a envolver los acantilados, cerrando de forma memorable una jornada exigente en una de las sierras más icónicas y menos concurridas del Pirineo Axial.